16 diciembre 2010

El maravilloso derecho de soñar

Suena el despertador y los primeros rayos de sol me bañana atravesando el gran ventanal hasta mi cama blanca. Pongo la radio y pongo el café, una ducha rapida y entro en la habitación que quedaba vacía, que había convertido en vestidor yo misma, elijo la ropa dejandome llevar por una especie de inspiración, como cada día. Ya huele a café, me siento en un taburete de mi pequeña cocina roja y empiezo a leer las noticias del día, un par de mails y los tweets de los más madrugadores desde mi smartphone.
Voy hacía mi habitación, disfrutando de mi casa. Un pequeño y coqueto pisito que había decorado a mi gusto. Todas mis películas y libros favoritos en su estantería, fotos de mis amigos y familia en blanco y negro adornan algunos rincones, ahora que ya estaba terminada si que parecía un hogar.
Me maquillo y salgo pitando al trabajo. Me encanta trabajar allí. La empresa respiraba buen rollo y aunque a veces las cosas eran algo complicadas, adoraba lo que hacía.
Termino la jornada y voy directa al café donde quedabamos siempre a la salida del trabajo mis amigas y yo.
Da gusto verlas así de bien. Unas tienen proyectos entre manos, otras en plena mudanza, otras enamoradas pero sobre todo...felices. Recordamos como nos sentíamos hace unos años, que parecía que nunca iba a llegar nuestro momento, como si estuviesemos siempre en la cola del local mas IN y nunca nos dejasen pasar. Ahora las cosas eran bien distintas, nos sentiamos seguras, a gusto en nuestra piel y dueñas de nuestras propias vidas.
Hablamos durante uno o dos cafés de las cosas cotidianas, siempre con un punto picarón y ultimabamos los detalles del proximo viaje que haríamos. Nueva York, por fin. Lo que le faltaba a mi pared de viajes, lo que siempre habíamos deseado. Mientras planeabamos nos emocionabamos como niñas.
Hora de la despedida, nos veríamos en un par de días. Besos y "Te llamo mañana" "Conectate despues" "Te quiero".
Llego a casa, joder otra vez voy justa de tiempo. En una hora llegará él, bah, pido comida china y pongo a Beyoncé mientras me pongo guapa.
Con puntualidad inglesa toca en mi timbre, abro la puerta y ahí está. Apoyado en el quicio de la puerta, con esa sonrisa que hace que me tiemblen las piernas y una peli de Woody Allen en la mano.
Cenamos sentados en el suelo y vacíamos la botella de lambrusco que llevaba enfriandose en la nevera todo el día. Vemos la película acurrucados en la alfombra pero antes de llegar a los creditos finales, estamos inmersos en otra cosa más interesante...una y otra vez.
Me despiertan los primeros rayos de sol y un beso en la frente acompañado de su voz que me dice, "Me voy ya, duerme un rato más, mañana nos vemos".
Doy media vuelta y me digo que aquello si que era vida...



Hoy me he permitido el lujo de soñar en voz alta...

3 comentarios:

Conchi dijo...

Y si dentro de unos años todo es así; todo es como lo pintas?
Suena genial y ya nos va tocando!

Te llamo mañana, Conectate después Te quiero...

A i d i t a dijo...

Suena todo genial, me ha recordado a los mejores capítulos de `Sex and the city´ .Me encantaría que fuese asi nuestra vida.. que nuestros marios fueran los compadres y nosotraslas comadres! jajaja Te quiero.. Nunca dejes de soñar


=)

tiembloluegoexisto dijo...

Jajaja! Aidita sembrá, como siempre! Jajaja!
A mi también me ha recordado a Sexo en Nueva York.
Me ha gustado lo que he leído. ¡Si señora!
En unos añitos hablaremos de tu entrada al blog. =)

Besos!